La historia más conmovedora del mundo que te llegará al corazón

Paul Villard es el autor del cuento “La voz en la caja“, con él nos queda la reflexión de que, al final lo verdaderamente importante no es quien tiene más, no es la superficialidad, ni los lujos, ni el prestigio, sino la bondad y el amor que existe en el corazón.
Lo mejor de todo es que su cuento está basado en una historia real, lo que nos da aún más la esperanza de que pese a todo, las personas buenas y con un corazón de oro, aún existen.  


Estamos seguros de que te encantará y desearás encontrar un ¨Información, por favor¨ o tal vez ya lo tengas, ¡siéntete dichos@ y valora!


Cuando apenas era un niño, mi familia tuvo el privilegio de tener uno de los primeros teléfonos en aquel vecindario que a veces echo tanto de menos. Es curioso como la tecnología ha avanzado, ahora son más pequeños y sofisticados pero en aquel tiempo la caja en la que se encontraba era de madera, muy bien pulida y colocada en la pared, reposaba entre la cocina y la sala. Su receptor era de un dorado brillante y el número, ¿cómo olvidarlo? 107, continúa presente en mi memoria a diario.

Mi estatura no me permitía alcanzar el teléfono pero me encantaba estar cerca cuando mi madre hablaba por él. En una ocasión me cargó en sus brazos y puso la bocina en mi oreja para que pudiese escuchar a mi padre quien se encontraba fuera por asuntos de trabajo. Ese día quedé fascinado, era como magia y yo había sido parte de ella.

Mi admiración por el aparato era tan grande que llegué a descubrir que dentro de él vivía una criatura sumamente inteligente al que llamaban ¨Información, por favor¨. Me sorprendía cuanto sabía de todo, jamás quedaba mal con alguna respuesta; desde un número telefónico, hasta la hora exacta o el clima del día.

Puedo recordar con claridad la primera vez que recurrí a la maravillosa criatura que estaba dentro del brillante teléfono. Mamá había salido a hacer las compras para la comida y yo me dispuse a jugar con las herramientas de papá, pero entre mis travesuras me golpeé un dedo con el martillo y no tenía a quien más recurrir, total, si lloraba nadie me escucharía, así que decidí llamar a ¨Información, por favor¨, esa voz jamás defraudaba y entonces esa fue mi primera experiencia. De inmediato coloqué un silla cerca del teléfono y lo descolgué, lo acerqué a mi oído y pronuncié las palabras mágicas: ¨Información, por favor¨.


Y enseguida, una voz que transmitía paz, contestó: -¨información¨. -¨Me he lastimado el dedo con un martillo¨, respondí un poco inquieto y llorando, ahora si había quien me escuchara hacerlo. -¨¿No hay alguien más en casa?¨, -¨no, sólo yo¨, dije. -¨¿Qué tan fuerte ha sido el golpe, estás sangrando?¨, -¨no pero duele mucho¨. -¨Ve al congelador y con cuidado toma un pedazo de hielo y apriétalo contra tu dedo, eso te quitará el dolor, no llores corazón, todo va a estar bien, te lo prometo¨. Esas palabras me dieron tanto consuelo que nuevamente presencié magia pues el dolor desapareció.  

Después de ese día, a diario llamaba a ¨Información, por favor¨, incluso para que me ayudara con algunas de mis tareas, era interesante como sabía describirme a la perfección la ubicación de Finlandia u Orinoco, ese río que tanto deseaba explorar cuando fuese mayor. La mejor parte era cuando me explicaba cómo resolver mis problemas de matemáticas y cómo olvidar cuando le conté        que había atrapado una ardilla en el parque y me dijo que esta comía nueces y frutas.

Cuando nuestro canario falleció, me sentía muy triste, entonces llamé a ¨Información, por favor¨, no sé cómo lo hacía pero siempre encontraba las palabras justas para hacerme sentir mejor, y a pesar de ello me atreví a decirle que no era justo que las aves con su hermoso canto y con tanta alegría que nos regalaban, terminaran siendo puras plumas metidas en una fría caja. Ante ello respondió: -¨Mi pequeño Paul, quiero que siempre recuerdes algo: existen otros mundos donde cantar, no lo olvides¨. Y maravillosamente esta respuesta mejoró considerablemente mi ánimo. Lo raro fue que, después de unos segundos cambié radicalmente el tema preguntándole como se escribía la palabra ¨fijar¨, a lo que ella respondió desconcertada pero pude imaginar la sonrisa en sus labios.



Cumplí 10 años y mis padres decidieron que nos mudaríamos a otro pueblo. No había día en que no echara de menos a ¨Información, por favor¨ pues ella se había quedado en aquel enorme y viejo aparato en la antigua casa, ahora el teléfono lucía distinto y esa voz que tantas veces me calmó, me ayudó y me dio consuelo, ya no estaba más.

Crecí pero nunca dejé de pensar en aquella voz, era reconfortante recordar nuestras pláticas y su voz que transmitía mucha serenidad. Me daba seguridad saber que pasara lo que pasara, podía recurrir a ella y siempre tendría para mí las palabras exactas. Con los años pude darme cuenta de lo bondadosa, atenta y paciente que fue esa criatura maravillosa conmigo, pues a decir verdad no cualquiera se toma el tiempo necesario para hablar con un niño pequeño y salvarlo de todos sus líos.

Me titulé de la universidad y comencé a trabajar, entonces tuve que viajar por negocios y en ese viaje era necesario hacer escala en mi ciudad natal, tenía apenas unos minutos para abordar el otro avión, pero tal vez los suficientes para tomar un teléfono público y esperar ansioso volver a escuchar esa voz. Y entonces un milagro ocurrió, volví a escucharla y entonces pregunté: -¨¿me podría decir cómo se escribe la palabra ¨fijar¨?, por favor¨, hubo silencio por un par de segundos y entonces dijo: -¨tu dedo se ha curado ¿cierto?¨, no pude evitar reír y sorprendido le hice saber el gran gusto que me daba volver a escucharla. Le dije cuanto significaron para mí nuestras pláticas, todo lo que aprendí gracias a ella y que no me restaba más que agradecerle todo el tiempo que me dedicó. Entonces ella me hizo saber a mí que jamás había tenido hijos y que escucharme a diario para ella fue muy valioso, que a diario esperaba con ansías mi llamada.

Le hice saber que la había echado mucho de menos, que durante todos los años trascurridos siempre algo hacía que la recordara y el gran gusto que me daría conocerla en persona. Ella entusiasmada me hizo saber que significaría mucho para ella, así que acordamos que en mi próxima visita sería nuestro encuentro, entonces ¨Información, por favor¨, me dijo finalmente su nombre, Anny.

Era extraño ya no llamarla como ¨Información, por favor¨ pero era muy grato volver a saber de ella. Entre risas le dije que a la próxima ardilla que me encontrara le pediría comer nueces y frutas, a lo que ella respondió que esperaba que pronto viajara a río Orinoco, así podría contarle como fue conocerlo. Nos despedimos y me quedé con una sensación extraña, todos mis recuerdos de la infancia a flote y un sentimiento de gratitud enorme hacia Anny.

Trascurrieron sólo dos meses y volví a hacer escala en mi pueblo, llamé para mirar a Anny pero no era su voz la que me respondió. Pregunté por ella diciendo que era su amigo, entonces el silencio se hizo presente y después de unos segundos dijeron: -¨lo siento, Anny falleció hace dos semanas, hace tiempo que sólo trabajaba medio turno pues se encontraba muy enferma¨, mi corazón se heló y no pude contener las lágrimas, iba a colgar cuando escuché decir: -¨¿Eres Paul?¨, sorprendido respondí: -¨sí, soy yo¨, -¨espera, no cuelgues, Anny ha dejado un mensaje para ti, lo anoté por aquí, espera un momento por favor¨, intrigado esperé y entonces ella dijo: -¨dile que, existen otros mundos donde cantar¨, ni siquiera habría sido necesario esperar, no sé porque yo ya sabía su mensaje, siempre las palabras justas y exactas.  

Di las gracias a la nueva voz de ¨Información, por favor¨ y colgué. Sabía justamente lo que Anny había querido decirme con eso. Y justamente en ese momento entendí, lo afortunado que uno es cuando encuentra un ángel en la tierra, por ejemplo el mío siempre fue Anny.

Una hermosa historia con un mensaje fenomenal que debes COMPARTIR con tus seres queridos. Todos tenemos un ángel en la tierra, el reto es saber identificarlo y valorarlo. J


Fuente: Paul Villiard

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