Por más difícil que sea un niño, nunca te rindas de hablarle bonito — La razón es muy simple

Todo niño es una bendición en la familia. Pequeños seres llenos de amor e inocencia que crecerán con nuestro ejemplo y nuestras palabras. Ahí radica la importancia de dar una educación afectiva y adecuada, ellos repetirán lo que vieron y escucharon en casa y eso les moldeará.

Pero no siempre son fáciles de educar; la realidad es que todo niño tiene momentos que nos hacen perder la compostura y la paciencia, puede llegar a ser realmente agotador y difícil el disciplinarlos. Es deber nuestro aprender a controlar nuestras emociones para saber llevarlos por un buen camino sin recurrir a la violencia física o psicológica.


No se trata de objetos que pueden ser moldeados de la noche a la mañana ni de animales que es necesario amaestrar, sino de pequeños seres humanos tan complejos como cualquier otro, no podemos lograr transformaciones inmediatas en su comportamiento, aún así es necesario recordar que no debemos cansarnos de hablarles bonito a nuestros hijos.

Su propia condición de niños pequeños les impide poder controlar y entender bien sus emociones. Muchas veces no es que quieran ser o portarse mal, sino que simplemente no logran entender lo que sienten o no pueden resolver algún conflicto y terminan sacando esa frustración de manera violenta o con rabietas.



Es necesario que sepamos educar, premiar el buen comportamiento y castigar el malo, pero una palmada o nalgada no son la mejor alternativa. Unas palabras de amor y comprensión se les grabarán más profundo en el alma. 

Si hizo algo incorrecto explícale por qué es incorrecto y las consecuencias negativas de ese acto concreto, y cuando haga algo bien, ayude o sea amable con los demás, dile lo orgullosos que hace sentir a sus padres y lo buen niño que es. 

No te rindas al hablar bonito a rus hijos, Diles que los quieres y lo importantes que son en tu vida y en el de toda la familia. Hazles sentir queridos, demuéstrales que es verdad.

Recuerda que las palabras pueden parecer menos dañinas que los golpes, pero estas pegan directo en el corazón de tus pequeños y se quedarán gravadas en ellos para siempre. No dejes nunca de hablarles bonito.

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Fuente:
Mundoverde

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