Ella le compró un café a un indigente, lo que él le entregó de vuelta ¡te sorprenderá!
Una
estudiante de nombre Casey, se dirigía una mañana a la universidad, como
de costumbre su camino era pasar por el centro de la ciudad. Hacia demasiado
frio y sus pasos apresurados que hacían que el viento golpeara en su cara, se
lo provocaban aún más.
Casey se detenía en una
avenida esperando a que el semáforo le diera el cruce. Su mirada se desvió hacia un indigente que con mucho trabajo se
agachaba y recogía las monedas que la gente le dejaba. Ella no podía dejar
de verlo, por alguna extraña razón lo siguió con la mirada, notó como el hombre
apenas caminaba y extendía su mano esperando obtener más monedas, teniendo poco
éxito.
Si, efectivamente ella pensó
en ambos. No entendía porque ese hombre la hacía sentir de esa manera tan
extraña, pero daba igual, no importaba. El
hombre se había acomodado en una banca y contaba las monedas que tenía en su
mano, seguramente quería ver para qué le alcanzaba, no podía imaginarse
cuantos días habían pasado sin que ese hombre no probara ni un bocado.
Se acercó a hablarle pero el
hombre parecía no hacerle mucho caso. Tal parece que nunca antes nadie se había
acercado a él. Casey le estrechó un café
y de su abrigo sacó un pequeño bocadillo, el hombre sin dudarlo los tomó.
Se sentó a su lado y comenzó
a charlar con él. El tiempo pareció transcurrir muy rápido. El hombre lucía
entusiasmado. Un desayuno y una compañía, habían hecho sacar sonrisas de él. La gente pasaba y miraba con asombro a
Casey, como advirtiéndole que tuviera cuidado, la ropa del hombre estaba
muy sucia y descuidada, él lucía larga barba llenas de canas y parecía no
haberse bañado en muchas semanas. Sin embargo, a Casey eso no le importó.
El
hombre le contó su historia a Casey, como desde pequeño había
sido abandonado por su padre y como la pronta muerte de su madre a causa del cáncer
le había afectado en gran medida. Ella se mostró muy desconcertada y podía
sentir el dolor del hombre.
Lo que más le dolió fue
escucharlo decir que él deseaba ser el orgullo de su madre pero que no lo había
conseguido, que bastaba ver cómo había terminado. Casey no podía dejar de escuchar todo lo que el hombre le contaba, por
alguna extraña razón se había sentido atraída por él, era como si necesitara
darle un mensaje y eso le causaba mucha curiosidad.
Se había perdido su primera
clase pero no se arrepentía, sin embargo, debía llegar a tiempo a la segunda así
que le anunció al hombre que debía irse. El
hombre con los ojos inundados en lágrimas le agradeció el desayuno y la compañía,
así como el haberlo escuchado. El hombre le pidió un trozo de papel a Casey
y un bolígrafo, escribió rápidamente a como pudo una pequeña nota para ella. Le
pidió su mano, la puso en ella y la cerró. Se despidió amablemente y se marchó
antes de que ella lo hiciera.
Al abrir su mano y leer la
nota, Casey se paralizó por completo y no pudo evitar que las lágrimas brotaran
de sus ojos.
¨Hoy, pensaba suicidarme,
pero gracias a ti, no lo haré. Te lo agradezco mucho, has sido para mí como un ángel,
sinceramente eres una persona hermosa¨.
Casey encerró en su puño esa
nota y la llevó a su corazón. Sin duda alguna nunca sabemos el impacto que
podemos tener en nuestros semejantes, por eso ¨siempre has el bien, sin mirar a quien¨.
Comparte para que la
historia de Casey le sirva como reflexión a muchos.
Ella le compró un café a un indigente, lo que él le entregó de vuelta ¡te sorprenderá!
Reviewed by Samantha Olivares
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