Humillan a una madre en apuros en un supermercado sólo porque ellos tienen dinero y ella no, afortunadamente un valiente los puso en su lugar
Gente intolerante la
encontramos en todas partes, por ejemplo Lindsay Rae la encontró en la cola del
supermercado cuando esperaba su turno para pagar después de un día muy cansado.
El lugar estaba hasta el tope de gente, gritos, voces por aquí y por allá,
niños llorando, peleando, etcétera, una tarde de lo más ¨normal¨ para algunos
pero para otros… era una pesadilla.
Delante de Lindsay se
encontraba una mujer con las manos llenas de productos, entre liar con ellos y
con cinco niños que no se quedaban quietos, lograba acaparar la mirada de
muchos.
Lindsay se percató de
que varias personas se burlaban de la mujer, así que a manera de reflexión para
los demás, decidió compartir la situación en su cuenta de Facebook. Esta no
tardó nada en hacerse viral, millones de personas alrededor del mundo lo han
leído y compartido y las reacciones no se han hecho esperar. Debes leerlo por
ti mismo para juzgar:
ALERTA: Personas insensibles
vociferando. Me
encontraba en la cola del supermercado para pagar cuando al igual que yo muchos
de los presentes notamos la dificultad que una mujer presentaba entre cargar
los productos en sus manos y calmar a sus cinco hijos que peleaban (algo que
podemos ver a diario). Tampoco me pareció extraño que los niños fuesen una mezcla de caucásico e hispano de corta estatura, a decir
verdad ni siquiera lo había notado hasta escuché que alguien lo mencionó.
Yo trataba al igual que la
mujer de tranquilizar a mi pequeño, claro, el trabajo para ella era mayor
porque eran cinco, mientras liaba con mis cosas alguien me indicó lo anterior y
comentó en voz baja lo siguiente: "¿De cuántos padres distintos serán sus bebés?", "ni siquiera puede ponerle a sus hijos ropa para este clima", "espera, no tarda en sacar los
cupones de alimentos",
entre otras cosas.
Cuando por fin logré calmar a mi hijo con un caramelo que traía en mi bolsa, me voltee hacia aquellos que comentaban con tanto desprecio y me sorprendió mirar a una pareja tan bien vestida y adinerada pero con la cabeza hueca soltando tanta mierda por la boca.
Cuando por fin logré calmar a mi hijo con un caramelo que traía en mi bolsa, me voltee hacia aquellos que comentaban con tanto desprecio y me sorprendió mirar a una pareja tan bien vestida y adinerada pero con la cabeza hueca soltando tanta mierda por la boca.
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De
nueva cuenta dirigí la mirada hacia la mujer quien seguía batallando con sus
hijos y los diferentes productos que cargaba. Dos niños tenían el pelo rubio con chaquetas
y zapatos de invierno y tres con un hermoso pelo negro y ojos marrón intenso,
ojos tristes. Llevaban
pantalones cortos y chancletas. Y si, efectivamente la mujer estaba batallando
con los cupones de alimentos pues no entendía como completar la transacción.
"Nuestros
impuestos están trabajando muy bien", mencionaron y entonces no pude
evitar dirigirles una mirada mortal, ¿Quiénes se creían? Me di ese privilegio,
mismo que puede darse una madre de nueve niños. Así mismo me dirigí hacia la
mujer y de manera amable le pedí que me dejara ayudarla, finalmente todos
habíamos pasado por lo mismo que ella en alguna ocasión.
No pude evitar preguntarle a la
mujer si los niños eran de acogida o adoptados y le comenté que yo tenía nueve,
que sabía perfectamente por lo que estaba pasando así que le hice saber que me
encantaría ayudarla. Avergonzada me confesó que era una nueva mamá de acogida y
que evidentemente era la primera vez que utilizaba esos cupones, los niños
apenas había llegado a su hogar y se estaban adaptando.
La mujer expuso que les habían
dado comida pero la ayuda por parte del Estado aun llegaba y los niños
necesitaban ropa, en verdad eran niños muy lindos y ella estaba haciendo un
gran trabajo con ellos. Me dispuse a ayudarla mientras volví a escuchar cómo se
quejaban tan odiosamente quienes lucían muy finos pero que tenían cero
educación. Le enseñé a usar su tarjeta y expliqué que los artículos deben ser
separados, así mismo como es que se realiza el pago.
Después de hacer la compra le entregó a cada
niño una chaqueta nueva y tomó lo demás en sus brazos, orgullosa le dije que lo
había logrado y que todo estaría bien. No pude evitar despedirme dándole un
abrazo al igual que a cada uno de sus pequeños.
No lo dudé ni un segundo y me dirigí hacia la
prepotente pareja que estaba detrás de mí, "¿esos niños? Ellos perdieron el
derecho de vivir con
sus padres hace unos días. ¿Esa
ropa? Probablemente la única ropa que tienen o que tenían cuando tuvieron que
irse de casa. ¿ESA señora? Le abrió las
puertas de su casa a esos niños, niños que necesitaban un lugar seguro a donde ir, porque el único que tenían dejó de ser lo
suficientemente seguro para ellos. ¿Los cupones de alimentos?, algo de salud y
bienestar para ayudar a una madre de dos niños a alimentar tres bocas más.
No quedan muchas personas como esa mujer pero
lamentablemente con la poca educación y clase como ustedes si, dije muy
disgustada. Les di la espalda y comencé a descargar mi carrito. Y con una voz
temblorosa llena de impotencia, continué: "sabe… si todos los niños fuesen de ella no le
veo problema alguno puesto que ustedes no los mantendrán ni educarán, tampoco
importaría si fueran de distintos padres y si los tuviera que alimentar con
puros cupones, ¿Quiénes son ustedes para juzgar y señalar? ningún niño en este país o
cualquier otro se merece pasar frío o hambre. Podrán tener todo el dinero del mundo pero su
actitud es bastante pobre y mediocre".
La finísima pareja decidió abandonar la fila y
colocarse en otra, la cajera aprovechó entonces para felicitarme por pertenecer
a la asociación WIC, tal vez yo no debí decirles todo ello pero ellos no
debieron meterse con una mujer tan grandiosa de gran corazón que acoge niños
que no son su sangre.
Cuando llegué a mi coche no pude evitar soltar el llanto, tal vez la impotencia y el coraje que me dio aquella escena, de verdad madres de acogida, mantengan la cabeza en alto; ustedes son las manos y los corazones fuertes que siempre están ahí para los más pequeños cuando ellos más lo necesitan. Mi admiración y respeto para ustedes por su gran y noble labor. ¡Tienen un corazón que vale más que el oro, felicidades!
Personas como Lindsay y la nueva madre
de acogida, son las mismas que hacen mejor nuestro mundo ¿no crees? Personas que valen oro y que son las mismas que nos
inspiran para tener buenas acciones hacía con otros. Esperamos que la pareja
del supermercado haya aprendido la lección. Esta mujer se merece todos los me gusta del mundo, apoyemos este tipo de acciones comparte y deja un like.
COMPARTE esta hermosa
historia y recuerda que la educación es el traje de gala que nunca debemos
quitarnos. :)
Créditos: Huffington Post, Facebook, NLC
.
Apoyemos este tipo de acciones compartiendo.
Humillan a una madre en apuros en un supermercado sólo porque ellos tienen dinero y ella no, afortunadamente un valiente los puso en su lugar
Reviewed by Samantha Olivares
on
9:23:00
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